lunes, 26 de noviembre de 2007

Y bueno...

Y bueno Martín, nuevamente te encuentras estancado donde mismo.
Otra vez te das de frente contra la realidad, qué realidad ¿no?, donde te ves al espejo y no
sabes que ves.
Pero, ¿y tú, qué haces para cambiarlo? A veces crees que haces mucho por ello, pero nunca es suficiente y tú más que nadie lo sabe. Sabes que hasta ahora no haz hecho lo suficiente para lograr nada, solo te dejaste estar y ahora las decisiones de tu vida te están pasando la cuenta de formas que no te esperabas.
Y lo que es peor aún, es que lo sabías. Sabías que ibas de frente contra el piso y no quisiste siquiera poner las manos para amortiguar el golpe.
¿Cierto que duele, Martín? Sí, y lo sabes bien, sabemos que no es la primera vez que te azotas contra la verdad de las cosas y contra tu propia indiferencia hacia las cosas.
Que buen escudo te haz fabricado con tu indiferencia, duro como una piedra pero flexible como la goma. Pero al final de todo no te a servido como quisieras, siempre terminan pasando las balas que más duelen, que ironía que no sean las balas más duras las que te atraviesan Martín, han sido las más simples y evitables las que más te han hecho sufrir en este tiempo.
Como no te das cuenta de que tu bus va directo contra el fondo del abismo y tu te sentaste comodamente para ver el espectáculo de tu propia colisión contra las rocas.
¿Qué va a ser de ti Martín? ¿Qué vas hacer ahora? Qué difícil resulta ver una respuesta, no sabes que es lo que quieres para ti mismo y vas a saber que entregarle a otra persona que viene como una hoja en blanco a este mundo.
Ojalá que encuentres lo que estás buscando, ojalá puedas por una vez y por todas detenerte, verte, entenderte. Pero la tarea que tienes por delante no va ser fácil y eso lo sabes.

Ahora solo el tiempo y tu mismo te pueden responder.

martes, 21 de agosto de 2007

El invitado de piedra y las piedras...

Es curioso el sentimiento del invitado de piedra. Cuando llega uno nunca espera que sea a uno al que le toque tener la sensación de "estar demás" o de sentirse aislado hasta cierto punto del entorno y del lugar cuando este enemigo nos ataca.
Este invisible enemigo ataca en los lugares más inesperados y/o en los más comunes donde estamos. Por ejemplo, cuando frecuentando los lugares de rutina del día existe un momento en que la soledad te invade y te dices a ti mismo "¿Qué diferencia hago aquí? ¿Quizás si no estuviera ahora aquí que sería distinto en la vida de los que me rodean?".
Por favotr, no me malinterpreten, no es que esté pasando por una etapa suicida en mi vida ni mucho menos, pero a veces me pregunto que es lo que hace la diferencia entre estar en un lugar en determinado momento y el no estarlo.
Esa sensación de estar "solo" entre la inmensidad de la masa humana que te rodea, pero que en cierto punto te hace ver innecesario en aquél momento o que en realidad no "aportas" con nada relevante en su vida, además de ser un nombre, un compañero de banco o simplemente un ente que consume el oxigeno que los rodea.
Muchas veces, o al menos eso creo, el sentimiento de ser el invitado de piedra se apodera de mi cabeza. En realidad más que de mi cabeza, es como un sentimiento de vacío el que me dice: Quizás tengas una vaga existencia en lo que te rodea, quizás aportas pero no lo ves o no logras ver en un reflejo, una chispa en los ojos o con la tensión de un músculo, que en realidad vale la pena que estés en ese lugar en ese momento.
Sé que no soy el único que cree ser "el invitado de piedra", pero a veces creo que somos piedras...Solo piedras que se mellan unas contra otras para marcarnos entre nosotros para sentir que hacemos y hemos sido parte de otras piedras que después rodarán por otros barrancos.
No sé, quizás ese sentimiento de ser solo entidad es lo que luego me hace ver y sentir quizás de alguna manera un poco más vivo, un poco más humilde ante mí mismo, veo que quizás tan solo soy una piedra o "el invitado de piedra" que solo se le avisa por deferencia pero sin real interés.
Pero, ¿Sabes qué? en realidad no me molesta, no me perturba, ni me va a quitar el sueño. Sé que afuera hay más piedras que solo quieren dejar de ser piedras. Pero prefiero las piedras como yo, aquellas que sabiéndose piedras, a veces nos lamentamos de ser piedras, podemos apoyarnos en otras piedras.
No pretendo plantear una verdad empírica sobre la vida ni mucho menos, solo plasmar unas líneas reflexivas sobre lo que es conocerse

lunes, 2 de julio de 2007

¿Un poco mejor?

Cuando las cosas parecen ir un poco mejor, siempre te das cuenta de que la realidad es otra. Los eventos en la vida parecen ir por el rumbo correcto, crees que el futuro se ve auspicioso y que ya la tormenta pasó, pero al momento en que te sientes conforme el mundo te recuerda que no manejas los eventos que te rodean.
Esto no lo digo solo por capricho o porque crea que el mundo es una basura donde todo lo malo viene en baldes más grandes que lo bueno, pero es un hecho que lo bueno cuesta caro hoy en día.
Los eventos que por el general son fuentes de alegrías, vienen de la mano con las desgracias. El creer que encuentras a una persona especial, por el general, trae las expectativas de un mañana mejor, pero te golpea la realidad en la cara al mostrarte el lado b de esa expectativa.
La suerte sonrie con dientes de depredador hambriento. Esa linda sonrisa acarrea las ilusiones, el sentimentalismo a flor de piel, el querer jugarse el todo por el todo con un bluff que sabes casi imposible de ganar, los deseos más internos suelen ser hechos pedazos don la facilidad con que el viento arrastra el polen.
El tiempo corre y, por más que uno trata, no se le puede detener. Cuantos quisieramos volver a un día particular y cambiar algún evento, una palabra, un gesto o incluso solo poder verlo de nuevo pasar y aprender como aprende un alumno de la experiencia de sus maestros.
Hoy es muy fácil equivocar el camino, no prevenirse, no detenerse un poco a calcular mejor, o simplemente omitir ese detalle que a futuro será el peso con que has de cargar toda una vida puede ser tu peor enemigo.
Quiero hacer hincapié en lo de las ilusiones por un momento. ¿Han visto algo más fácil de romper que una ilusión? Una palabra, un gesto facial, un aire que capta el cuerpo, cualquier cosa es capaz de hacer añicos las ilusiones.
Cuando las ilusiones crean espectativas sobre el actuar de un tercero sobre uno mismo, cuando esperan que uno haga A) y resulta que uno hace B) las cosas se desploman como un castillo de naipes y ese frágil equilibrio que se creía logrado colapsa cual torre gemela.
No se puede vivir de ilusiones, estas pueden ser el peor enemigo de la vida, el crearlas es lo más simple del mundo pero el que todo gire en torno a las espectativas que tenga otra persona sobre el como DEBERÍAS hacer las cosas. No digo con esto que no sean necesarias para vivir, siempre son necesarias, ya que sin ellas la vida sería un círculo sin sentido.
No pretendo plantear una verdad empírica sobre la vida ni mucho menos, solo plasmar unas líneas reflexivas sobre lo que es conocerse.

domingo, 17 de junio de 2007

Tan sólo un poco

No sé si lo podría catalogar como una epifanía, pero es extraño el sentir que dentro e uno las cosas cambian, mutan, para hacernos ver como la vida nos lleva por los caminos que decidimos hacer por nosotros mismos.
Considero que son pocos los momentos de epifanía en la vida, a veces jamás ocurren, y uno de ellos es el momento de ser papá (escribo papá, porque padre es otra cosa).
La vida nunca enseña como ser papá, y menos a ser padre, los momentos en que uno se encuentra en la encrucijada, todo lo que crees, predicas y piensas puede tambalearse desde sus más profundos cimientos. Yo lo viví hace poco, pensé que nunca lo diría pero al momento de mirar al miedo a los ojos, las rodillas tiemblan y los sentidos se adornecen. Los pensamientos se suceden con velocidades inimaginables, las posibilidades, los sentimientos, todo tiembla hasta que los temblores disminuyen, la razón vuelve hacerse dueña del cuerpo y la calma es el bien más preciado.
Debemos detenernos, darnos el tiempo de pensar con la cabeza fría, viajar hasta esos rincones olvidados de la mente y el corazón. Mirarnos dentro, ver nuestros errores, aciertos, desvíos, atajos, temores y valentías. ¿Llegar a conocerse? Lo dudo, es imposible llegar al conocimiento de uno sin pasar por el arbitrio de otros, solo cuando los "externos" te definen, te hacen ver lo que manifiestas puedes pensar en entenderte.
¿Una batalla personal? Quizás, el lograr verse, entenderse y saberse yo puede ser una experiencia increíblemente inusual en la vida.
No pretendo plantear una verdad empírica sobre la vida ni mucho menos, solo plasmar unas líneas reflexivas sobre lo que es conocerse.