lunes, 26 de noviembre de 2007

Y bueno...

Y bueno Martín, nuevamente te encuentras estancado donde mismo.
Otra vez te das de frente contra la realidad, qué realidad ¿no?, donde te ves al espejo y no
sabes que ves.
Pero, ¿y tú, qué haces para cambiarlo? A veces crees que haces mucho por ello, pero nunca es suficiente y tú más que nadie lo sabe. Sabes que hasta ahora no haz hecho lo suficiente para lograr nada, solo te dejaste estar y ahora las decisiones de tu vida te están pasando la cuenta de formas que no te esperabas.
Y lo que es peor aún, es que lo sabías. Sabías que ibas de frente contra el piso y no quisiste siquiera poner las manos para amortiguar el golpe.
¿Cierto que duele, Martín? Sí, y lo sabes bien, sabemos que no es la primera vez que te azotas contra la verdad de las cosas y contra tu propia indiferencia hacia las cosas.
Que buen escudo te haz fabricado con tu indiferencia, duro como una piedra pero flexible como la goma. Pero al final de todo no te a servido como quisieras, siempre terminan pasando las balas que más duelen, que ironía que no sean las balas más duras las que te atraviesan Martín, han sido las más simples y evitables las que más te han hecho sufrir en este tiempo.
Como no te das cuenta de que tu bus va directo contra el fondo del abismo y tu te sentaste comodamente para ver el espectáculo de tu propia colisión contra las rocas.
¿Qué va a ser de ti Martín? ¿Qué vas hacer ahora? Qué difícil resulta ver una respuesta, no sabes que es lo que quieres para ti mismo y vas a saber que entregarle a otra persona que viene como una hoja en blanco a este mundo.
Ojalá que encuentres lo que estás buscando, ojalá puedas por una vez y por todas detenerte, verte, entenderte. Pero la tarea que tienes por delante no va ser fácil y eso lo sabes.

Ahora solo el tiempo y tu mismo te pueden responder.

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