domingo, 17 de junio de 2007

Tan sólo un poco

No sé si lo podría catalogar como una epifanía, pero es extraño el sentir que dentro e uno las cosas cambian, mutan, para hacernos ver como la vida nos lleva por los caminos que decidimos hacer por nosotros mismos.
Considero que son pocos los momentos de epifanía en la vida, a veces jamás ocurren, y uno de ellos es el momento de ser papá (escribo papá, porque padre es otra cosa).
La vida nunca enseña como ser papá, y menos a ser padre, los momentos en que uno se encuentra en la encrucijada, todo lo que crees, predicas y piensas puede tambalearse desde sus más profundos cimientos. Yo lo viví hace poco, pensé que nunca lo diría pero al momento de mirar al miedo a los ojos, las rodillas tiemblan y los sentidos se adornecen. Los pensamientos se suceden con velocidades inimaginables, las posibilidades, los sentimientos, todo tiembla hasta que los temblores disminuyen, la razón vuelve hacerse dueña del cuerpo y la calma es el bien más preciado.
Debemos detenernos, darnos el tiempo de pensar con la cabeza fría, viajar hasta esos rincones olvidados de la mente y el corazón. Mirarnos dentro, ver nuestros errores, aciertos, desvíos, atajos, temores y valentías. ¿Llegar a conocerse? Lo dudo, es imposible llegar al conocimiento de uno sin pasar por el arbitrio de otros, solo cuando los "externos" te definen, te hacen ver lo que manifiestas puedes pensar en entenderte.
¿Una batalla personal? Quizás, el lograr verse, entenderse y saberse yo puede ser una experiencia increíblemente inusual en la vida.
No pretendo plantear una verdad empírica sobre la vida ni mucho menos, solo plasmar unas líneas reflexivas sobre lo que es conocerse.